El profe Manuel se jubiló a los 84 años

“Gracias a ti” fue la canción que, los pequeños y profesores, cantaron con emoción y lágrimas para Manuel.

 Le dijo adiós a los alumnos de la escuela El Socorro con un último pase de lista y timbre de salida. 

Esta vez los ojos llorosos y voz entrecortada fueron inevitables para Manuel Sandoval De León, director en la escuela El Socorro quien a sus 84 años de edad, 62 de ellos en la docencia, se despidió de sus alumnos y colegas en una emotiva ceremonia en donde palabras de agradecimiento, amor y respeto rodearon al profesor que decidió dar un paso más hacía su jubilación. 

“Gracias a ti” fue la canción que, los pequeños y profesores, cantaron con emoción y lágrimas para Manuel por haber dejado huella no solo en un salón de clases sino en su corazón.  

Retiro. “Yo quise quedarme hasta el último día de mi existencia como docente lo que no se me permitió por el de arriba, ya que mi físico se fue deteriorando mucho”, expresó con emotividad y a la vez agradecimiento, pues aseguró que, los años que Dios le concedió estar en una escuela fueron y son su razón de vivir. A lo largo de ese tiempo vio a niños convertirse en doctores, abogados, ingenieros y en conclusión hombres y mujeres de bien, no todo fue color de rosa algunos se echaron a perder en el camino, pero pese a cualquier importancia aportarles una herramienta para ser felices y formar una vida plena siempre fue el objetivo del 'profe Manuel'.

Egresó de la Escuela Normal de Saltillo en 1962 y desde ese momento formar generaciones marcó el rumbo de su vida, con sabiduría, conocimientos, pero sobre todo con vocación desempeñó su profesión.

Reconocimiento. Su entrega por el servicio se vio reflejada en tal evento, un grupo de maestros jubilados lo esperaban con los brazos abiertos para recibirlo, dejar de estar en una escuela es la situación más difícil que según Manuel ha enfrentado. Por otro lado, había más colegas que le agradecieron las enseñanzas que les compartió, padres de familia que no pararon de elogiarlo en su buen trabajo y por supuesto alumnos que reían, lloraban y lo abrazaban con felicidad por el lugar que logró ganarse en su inocente corazón.

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